martes, 31 de enero de 2012

BIENIO REFORMISTA (1931-1933)

El gobierno provisional incluía a numerosos intelectuales y tenía como objetivo modernizar y democratizar España. Presidido por Alcalá Zamora, englobaba a conservadores como Miguel Maura, los radicales Lerroux y Martínez Barrio, radical-socialistas Largo Caballero, Indalecio Prieto y Fernando de los Rios, representantes de la nueva izquierda como Manuel Azaña y regionalistas, como el gallego Casares Quiroga y el catalán Nicolau d´Olwer.

En Junio se celebraron las elecciones a Cortes Constituyentes y los resultados ofrecieron un amplio triunfo de la conjunción republicano-socialista. Dentro de esta, la fuerza predominante fue el PSOE, seguido del Partido Radical de Lerroux, los radical socialistas y la azañista Acción Republicana. Asimismo las fuerzas regionalistas como Esquerra Republicana y la ORGA gozaron de una importante presencia parlamentaria. La derecha fracasó, a pesar del apoyo público que recibió Acción Nacional por parte de la Iglesia Católica.
El Gobierno Provisional procuró aprobar una legislación reformista, con el apoyo de las Cortes, presididas por el socialista Julián Besteiro. Estas promulgaron en Diciembre la constitución más progresiva y democrática de cuantas hemos tenido. Se definía a España como una República " de trabajadores de todas las clases". Se establecían Cortes unicamerales y se abría la posibilidad de dar autonomía a las regiones. Reconocía numerosos derechos de la mujer, entre los que destacan el del divorcio y el sufragio femenino. El laicismo que emanaba y que separaba totalmente Iglesia y Estado, le valió el rechazo de los grupos más católicos, mientras que los sectores obreros más radicales, como los anarquistas quedaron descontentos.
Niceto Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República, encargando el gobierno a Azaña, quien emprende un amplio panorama de renovación socioeconómica y cultural. Se intentó respetar los sentimeitnos nacionalistas, aprobandose en 1932 El Estatuto de Autonomía de Cataluña, que crea el gobierno de la Generalitat, en manos de Esquerra y con Maciá a la cabeza. En el País Vasco, tradicionalistas y PNV plantearon un Estatuto, rechazado por la república  y que al igual que el gallego, será tramitado durante la guerra civil. Por otra parte, a lo largo de la II República se producen iniciativas autonómicas de menor alcance, como la de Andalucía.
Azaña quiso modernizar el ejercito, intentó reducir el exceso de oficiales, jubliando a muchos y cerrando la academia militar de Zaragoza. También se crea la guardia de Asalto, con la pretensión de que fuera un cuerpo netamente republicano. El rechazo de un sector castrense a estas disposiciones, provocará el intento de golpe de Estado de 1932, con centro en Sevilla y bajo la dirección del general Sanjurjo.
El ministro de trabajo, Largo caballero, dispuso la Ley de Términos Municipales por las que los propietarios deberían dar trabajo, preferentemente a los jornaleros residentes en el mismo lugar. También instituyó la jornada de 8 horas y creo jurados mixtos para el entedimiento entre patronos y obreros. El latifundismo era un mal que azotaba la mitad sur peninsular.

No en vano, el andalucismode Blas Infante pedirá “tierra y libertad”. Para suprimir el problema se promulga en1932 la Ley de Bases de la Reforma Agraria, que además quería reducir el paro agrícola y un mejor aprovechamiento de las tierras. Después del consenso con los socialistas,que pretendían una legislación más avanzada, se aprobó la ley. Expropiaría sin indemnización las tierras de los Grandes de España y con indemnización las propiedades mayores de 100 hectáreas. La aplicación de la ley se encomendó al
Instituto de Reforma Agraria, pero la complejidad, falta de presupuesto y carencias organizativas hicieron que el proceso fuera lento y problemático, no dejando contentos ni a los ricos propietarios ni a los hambrientos jornaleros, lo que aumentó laconflictividad social.
En Educación se toman como modelo los postulados de la Institución Libre de Enseñanza, a lo que se suman el extender la cultura a los más desfavorecidos, erradicar el analfabetismo y terminar con la influencia católica. El gobierno duplicó el presupuesto para educación, que tendría un carácter laico, obligatorio y gratuito. Se
crearon miles de escuelas y plazas de maestros, con lo que se pretendía que la enseñanza llegara a todos los rincones. Prueba de ello es que se intentó llevar la cultura al medio rural con las “misiones pedagógicas” o con grupos de teatro universitario como “La Barraca” de Federico García Lorca.
Así comienzan los enfrentamientos con una Iglesia considerada una rémora para el progreso español y que vivió la quema de algunos de sus templos durante las celebraciones de la proclamación republicana. El énfasis laico se continuó con medidas como la disolución de la Compañía de Jesús, la aprobación de los cementerios y matrimonios civiles, y la ley de Confesiones y Congregaciones religiosas, que regula el culto público, suprime los subsidios del Estado y prohíbe los colegios religiosos. El descontento episcopal da lugar a la Pastoral colectiva de 1932, en la que se condena a la República.
Tras el fracaso de la “Sanjurjada”, la derecha se reorganiza, bajo el liderazgo de Gil Robles, en la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), que para Díaz Plaja, sienta sus bases en la defensa de los principios fundamentales del catolicismo. Quedan a su derecha la monárquica Renovación Española, el Bloque Nacional de Calvo Sotelo, los carlistas y grupos fascistas como Falange (fundada por José Antonio Primo de Rivera, fusionándose un año después con las JONS de Onésimo Redondo y Ramiro
Ledesma).
Desde posicionamientos opuestos, jornaleros promueven disturbios en el medio rural, dada la lentitud de la reforma agraria. Los sucesos más graves transcurren en 1933 en Casas Viejas, donde un grupo de campesinos anarquistas se opone a la Guardia Civil, con un saldo de 25 muertos. El incidente debilita la credibilidad del gobierno, aunque como explica Tamames, la culpa fue de los propietarios, que pusieron a un pueblo entero al borde de la desesperación total.
Las elecciones municipales de abril de 1933 supusieron el avance de los radicales de Lerroux y de la derecha. Las crisis de gobierno se suceden, dimitiendo Azaña, sucedido por Lerroux y luego por Martínez Barrio, quien convoca elecciones generales. Serán las primeras con participación femenina (conseguida gracias a la izquierda y los esfuerzos de mujeres como Margarita Nelken, Victoria Kent o Dolores Ibárruri), pero paradójicamente vencerá en ellas la CEDA (115 escaños), seguida de radicales y
socialistas. 

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