martes, 1 de mayo de 2012

FRANQUISMO 1959-1975

EL FRANQUISMO: EVOLUCIÓN POLÍTICA, ECONÓMICA Y SOCIAL DESDE 1959 A 1975. LA OPOSICIÓN AL RÉGIMEN

Evolución económica. En los años cincuenta la situación creada por la autarquía económica era insostenible (bajos salarios, racionamiento, inflación, y estraperlo). La agricultura era el sector más importante pero su producción era insuficiente. La industria estaba estancada pese a la creación del INI en 1941. La sociedad era tradicional y la mayoría de la población pasaba hambre y estaba descontenta. Se hacía necesaria una apertura para combatir el estancamiento económico. La Guerra fría significó el fin del aislamiento internacional gracias al acuerdo firmado en 1953 con Estados Unidos, Tratado de Ayuda Mutua, por el que proporcionarían ayuda económica a cambio de instalar bases en España, lo que permitió una recuperación con algunos cambios: acabó el racionamiento y se liberalizaron los precios y la circulación de los productos alimenticios. Pero a partir de 1956, la inflación y el déficit presupuestario crecieron. 
Un nuevo gobierno formado en 1957 incorporaba a ministros tecnócratas del Opus Dei, como Ullastres y Navarro Rubio que aprobaron el Plan de Estabilización de 1959. El Plan detuvo la inflación, liberalizó la economía, incentivó las inversiones extranjeras, recortó el gasto público, restringió el crédito, congeló los salarios y devaluó la peseta al fijar la paridad en 60 pesetas por dólar. En un principio estas medidas resultaron socialmente negativas, ya que se redujo el consumo y la inversión y aumentó el paro. Pero en dos años se notaron los efectos positivos del Plan y se relanzó la economía que produjo una rápida y espectacular modernización del país en la década de los 60.

Fueron los años de los Planes de Desarrollo, siguiendo el modelo de planificación económica indicativa, dirigidos por el ministro de Industria López Rodó. Consistían en tres planes cuatrienales, iniciados en 1964 - aunque el tercero quedó parado por la crisis de 1973- que coordinaban el crecimiento económico del país. Se fomentó la implantación industrial con ayudas e inversiones estatales en infraestructuras en siete polos de desarrollo ( Burgos, Vigo, La Coruña, Huelva, Sevilla, Valladolid y Zaragoza), zonas atrasadas pero con posibilidades económicas. Los planes estimularon la industria pero raramente cumplieron sus previsiones y acentuaron los desequilibrios sectoriales y regionales. Frente al desarrollo de las zonas industriales (Cataluña, País Vasco, Madrid y los nuevos polos de desarrollo) otros territorios quedaron atrasados (Galicia, las dos Castillas, Andalucía, Extremadura).
El régimen usó como propaganda la industrialización presentándola como el "milagro económico español". España se convirtió en la décima potencia industrial del mundo. La renta per cápita pasó de 300$ en 1960 ( la más baja de Europa), a 1000 $ en 1970. La tasa de crecimiento fue muy alta, 8,6% anual. Para este cambio estructural fue imprescindible la migración de la población: cuatro millones de personas realizaron un éxodo rural desde las zonas deprimidas del campo español hacia las regiones industriales (País Vasco, Cataluña, Madrid y los polos industriales) o atraídas por las zonas turísticas de la costa. Dos millones se marcharon a Europa Occidental en pleno crecimiento industrial debido a la favorable coyuntura internacional (Alemania, Suiza y Francia), ya que el modelo español de crecimiento no generaba empleo suficiente para la creciente población activa.
La balanza de pagos deficitaria permanentemente, casi enjugó su déficit gracias a tres fuentes de ingresos: las inversiones extranjeras, las divisas que enviaban los emigrantes y los ingresos de los turistas extranjeros. Las inversiones extranjeras suplieron en parte la carencia de capital pero originaron una excesiva dependencia de los países más desarrollados. El boom del turismo con 6 millones de visitantes (franceses, ingleses y alemanes, principalmente) en 1960, que pasarían a más de 30 en 1973 convirtió a España en el segundo destino turístico de Europa, por detrás de Italia. Los emigrantes en Europa enviaban sus ahorros a España en divisas, muy importantes para el crecimiento. El desarrollo económico quedó estancado a partir de la crisis general de la economía capitalista de 1973.




Evolución social. Estas transformaciones económicas produjeron cambios en la estructura de la población. Se produjo un considerable incremento demográfico (34 millones en 1970). Entre 1960 y 1973 la España agraria, rural y tradicional dejaba paso a una España industrial, urbana y moderna, similar a la de los países de Europa occidental. Cayó el porcentaje de personas ocupadas en la agricultura y aumentó el número de obreros de la industria y de empleados del sector servicios (terciarización). También cambió la estructura social, con predominio de las clases medias urbanas. El aumento de los salarios- aun siendo bajos respecto a los europeos- y de la renta per cápita elevó el nivel de vida de los españoles, que iniciaron la sociedad de consumo. Mejoró la alimentación, aumentó la construcción de viviendas- aunque no se acabó con el chabolismo y las ciudades crecieron con barrios periféricos sin infraestructuras adecuadas-, los hogares se dotaron de frigoríficos, televisores, teléfonos. Las vacaciones y el automóvil, el famoso Seat 600, estuvieron al alcance de más personas.



La Ley de Bases de la Seguridad Social (1963) hizo que el Estado garantizara asistencia médica, pensiones de jubilación, y otras prestaciones a los afiliados, si bien insuficientes. La Ley General de Educación (1970) ampliaba la escolarización obligatoria hasta los 14 años, lo que disminuyó el analfabetismo.
Se produjeron también cambios profundos en la mentalidad. Los jóvenes españoles, en contacto con los turistas extranjeros, la vida urbana y la televisión (pese a la censura y manipulación continuas), tenían una concepción del mundo más abierta y tolerante que la tradicional de la España oficial; buscaban su inspiración cultural en Europa - en modo de vestir, música, pensamiento. España se secularizó. Las nuevas generaciones querían libertad no sólo económica sino también política.


Evolución política. El régimen franquista fue evolucionando a lo largo de los años. Pero las profundas transformaciones económicas y sociales que el país experimenta con el desarrollismo económico no fueron acompañados de las correspondientes transformaciones políticas. Debido a la coyuntura internacional, en los años sesenta se notan ciertos aires de tolerancia sin que desaparezca la dictadura ni la represión a través del Tribunal de Orden Público (1963). Se hace una política que busca la eficacia. Los tecnócratas del Opus Dei cobraron gran protagonismo político, relegando a las familias tradicionales del régimen- falangistas, militares y católicos de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Se promulgan nuevas leyes, que inician una tímida liberalización:
· La Ley de Prensa (1966), de Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo, supuso la desaparición de la censura previa y una cierta permisividad en libros y espectáculos.
· La ley de Libertad Religiosa (1967) por la que se reconocía la igualdad de todas las confesiones
· La Ley Orgánica del Estado (1967), séptima y última de las Leyes Fundamentales, sometida a referéndum, que intentó dar una apariencia de liberalización política y aperturismo al régimen franquista, sin modificar su esencia autoritaria. Por primera vez el cargo de presidente del gobierno se separaba del de Jefe de Estado. El régimen evolucionaba hacia la llamada democracia orgánica, un modelo político representativo organizado en torno al Movimiento Nacional y sus instituciones.
· En 1969 Franco nombró al príncipe Juan Carlos, hijo de don Juan de Borbón, su sucesor a título de rey. Su intención era instaurar una nueva monarquía continuadora del régimen en caso de su fallecimiento. Don Juan Carlos juró fidelidad a Franco y a las Leyes Fundamentales.


En los años setenta, el régimen se debilitó por la aparición de dos tendencias en su seno: los inmovilistas y los aperturistas. Los primeros - militares, falangistas, funcionarios- querían mantener el franquismo sin cambios, manteniendo las esencias del Movimiento Nacional. Detuvieron las tímidas medidas liberalizadoras y endurecieron la represión. Su representante era el almirante Carrero Blanco, presidente de gobierno en 1973 (asesinado por ETA meses después). Los aperturistas - jóvenes falangistas de clases medias, demócrata cristianos - veían necesario que el régimen evolucionara gradualmente creando asociaciones políticas dentro del Movimiento.



Respecto a las relaciones exteriores, los tecnócratas solicitaron en 1962 el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea, pero no lo lograron porque el régimen no era democrático, sino dictatorial. Pero consiguieron la firma de un Acuerdo Preferencial en 1970, con privilegios comerciales. Se concedió en 1968 la independencia a Guinea Ecuatorial. Se cedió a Marruecos, independiente desde 1956, el territorio de Ifni (1969) y, tras la Marcha Verde organizada en 1975 por Hassan II aprovechando la enfermedad de Franco, se repartió el Sahara español entre Marruecos y Mauritania, en el Acuerdo de Madrid, sin tener en cuenta al pueblo saharaui. Por último, el intento de recuperación de Gibraltar terminó en fracaso y el régimen ordenó en 1969 el cierre total de la frontera (no se volvió a abrir hasta 1982)




 La oposición al régimen. En los años sesenta y setenta la oposición al franquismo se fortaleció, organizándose en distintos frentes:
· Oposición obrera: aumentaron las huelgas laborales, con peticiones de tipo político. Los sindicatos tradicionales (UGT y CNT) tenían escasa militancia frente a las Comisiones Obreras, creadas por Marcelino Camacho, relacionadas con el PCE.
· Movimiento estudiantil: las protestas de estudiantes universitarios fueron en aumento exigiendo libertades democráticas. La más importante tuvo lugar en 1965; en Madrid fueron expulsados de sus cátedras los profesores Aranguren, Tierno Galván y García Calvo.
· Un sector de la Iglesia, tras el Concilio Vaticano II, se fue distanciando del régimen con los nuevos aires de tolerancia y libertad. Destacó el cardenal Enrique y Tarancón, presidente de la Conferencia Episcopal desde 1971. Muchos sacerdotes (clero vasco, curas obreros) y asociaciones católicas (como la HOAC) militaron en la oposición, especialmente en el PCE.
· La UMD (Unión Militar Democrática) creada por 80 oficiales del ejército en 1974.
· La oposición de partidos políticos ilegales: el de mayor implantación social en el interior del país era el Partido Comunista de España (PCE), dirigido por Santiago Carrillo, partidario del eurocomunismo que defendía la necesidad de la reconciliación nacional y la democracia. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), muy minoritario, renovó su dirección en el Congreso de Suresnes (Francia) en 1974, con líderes del interior del país como Felipe González, secretario general. Había partidos socialistas al margen del PSOE como el PSP de Tierno Galván. En la extrema izquierda surgieron partidos como el PCE-ML, PTE, la ORC, o terrorista como el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota). Los partidos nacionalistas históricos, como Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) se revitalizaron y aparecieron dos nuevos: Euskadi ta Askatasuna (Euskadi y Libertad, ETA, que surgió de una escisión del PNV en 1959 que actuó como banda armada desde 1967; su atentado más famoso fue el asesinato de Carrero Blanco, presidente del Gobierno el 20 diciembre de 1973. Y Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) nacida en 1974, de centro, dirigida por Jordi Pujol. El carlismo evolucionó hacia el socialismo autogestionario. La Democracia Cristiana reunía a diversos partidos de centro, minoritarios socialmente, con líderes de prestigio, como Gil Robles, más moderado, y Joaquín Ruiz Jiménez, fundador de la revista Cuadernos para el diálogo, muy crítica con el régimen. Participaron en 1962 en el famoso Contubernio de Munich, con otros opositores moderados y demócratas tanto del interior como del exilio.
· En los años finales del franquismo, surgieron alianzas políticas entre los partidos de la oposición. La primera fue la Asamblea de Cataluña, en 1971, que englobaba toda la oposición catalana. En 1974 por iniciativa del Partido Comunista se constituyó en París la Junta Democrática de España, que integraba a numerosos partidos de izquierda e incluso personalidades de la derecha democrática, con un programa común de ruptura democrática para salir de la dictadura. El PSOE por su parte creó en 1975 la Plataforma de Convergencia Democrática, junto con la Democracia Cristiana, con un programa muy parecido. Al final, ambos organismos se fundirían en Coordinación Democrática en 1976, ya muerto el dictador ( 20 de noviembre de 1975).


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